Objetivo: Está dinámica está planteada para trabajar las expectativas que creemos tener de los padres hacia los hijos y viceversa. Puede ser un inicio en el proceso de “libéranos de ellas”.
Edad Recomendada: De 10 años en adelante. Ideal para preadolescentes y adolescentes.
Tiempo sugerido: 1 hora aproximadamente, aunque dependerá del número de integrantes de cada familia.
Materiales: * Hojas blancas
*Lápices o lapiceros.
*Cinta adhesiva.
Desarrollo:
Primera parte: Los padres escribirán en una hoja lo que esperan de sus hijos.
Cada hijo escribirá en una hoja las expectativas que ellos creen que tiene sus padres sobre ellos mismos.
Cada miembro definirá con sus palabras lo que les significa cada expectativa, por ejemplo: Ser el mejor; ¿Qué implica ser mejor?, ¿Mejor que quien?; Ser feliz, ¿Qué significa ser feliz?, ¿Qué pasa si en algún momento no soy feliz?; Ser bueno, ¿Qué significa ser bueno?, etc.
Una vez realizado lo anterior, en un espacio y momento adecuado, se comparten las listas tanto de padres como hijos se realiza un análisis de las mismas.
Segunda parte: Cada miembro de la familia tomará una hoja en blanco y la dividirá en cuatro partes.
1.- En el cuadrante superior izquierdo escribirán de título “Cómo me veo”.
2.- Cuadrante superior derecho se titulará “Cómo creo que me ven”
3.- Cuadrante inferior izquierdo se titulará “Como me gustaría ser visto”
4.- Cuadrante inferior derecho se titulará “Cómo me ven”
Cada miembro de la familia contestará los primeros tres cuadrantes y dejará en blanco el correspondiente al “Cómo me ven”.
Posteriormente cada miembro de la familia pegará a su espalda sus respectivas hojas y pasarán a escribir en la hoja de los demás miembro, como los perciben a cada uno, escribiendo en el cuadrante de “Cómo me ven”.
Al finalizar cada integrante de la familia, leerá su hoja comparando su percepción de sí mismo y lo comparará con la percepción que tienen los demás integrantes de la familia realizando una retroalimentación que aborde: ¿Cómo se sienten?, ¿Qué aprenden de este ejercicio?, ¿De qué se dan cuenta?, ¿Cómo se quedan?
La dinámica se concluirá con un gran abrazo entre padres e hijos y se puede realizar alguna actividad en familia como ir a comer, jugar juegos de mesa etc.
Retroalimentación:
Desde el primer momento en que una pareja se entera que serán papás comienzan estas expectativas acerca del pequeño o pequeña, se crean ilusiones, esperanzas y sueños con respecto a ellos, intentando imaginar cómo será su hijo/a. Pero a menudo, los caminos que eligen seguir los hijos o su modo de actuar no coinciden con lo que sus padrea esperan o habían imaginado para él o ella, provocado así algunas frustraciones familiares.
Con esta dinámica se pretende hacer reflexionar sobre la forma en la que nuestras expectativas como padres pueden alentar a nuestros hijos a encontrar su camino y acompañarles en la búsqueda de sí mismos. Tener expectativas de felicidad con respecto a los hijos es algo normal y bueno, pues es lo que mueve al desarrollo. Es por eso que si como padres aspiramos a que ellos aprendan algo, nos esforzaremos por enseñárselo y se los transmitiremos. Mientras que por otro lado como hijos, siempre tenemos expectativas sobre la imagen de “padres ideales” que se asocia a la forma en la que nos gustaría que fueran con nosotros.
Al poder realizar este ejercicio en familia lograremos identificar estas expectativas y aceptar a papá y mamá, realmente como son: personas con cualidades y áreas de oportunidad por mejorar al igual que nosotros; debido a ello, es que esta actividad puede ser un inicio en el proceso de “liberarnos de las expectativas” y poder mostrarnos realmente como somos tanto en el rol de hijos, como en el de padres.
Mtro. David García Muñoz Subdirector de Secundaria
Lic. Karla Gabriela Vázquez.
Depto. Psicología
